Tomando algo en el Pub Scuro (Libre)

Con una sesión de fotos tenía suficiente para todo el día. Quién iba a decirme que un monstruo iba a resultarle atractivo a las cámaras. Definitivamente no entendía a la gente... o tal vez ellos no me entendían a mí, pero en ese preciso instante lo que necesitaba era desconectar un poco. No se me ocurrió mejor cosa que pasearme por la ciudad de Hildesheim y meterme en los callejones más lóbregos y sombríos que me encontré. Como resultado, acabé llegando a una zona llena de bares y pubs de aspecto realmente extraño. Tras echarle un vistazo, decidí entrar en uno llamado "Scuro" y me acerqué a la barra para pedir una copa.

- Que sea... mmm... un Martini con limón - le pedí al camarero.

Mientras servían mi bebida, miré a mi alrededor en busca de algo que llamase mi atención y me mantuviese ocupado.

Después de mi afortunado encuentro con aquella diosa decidí buscar algo o algún lugar donde divertirme y buscar información sobre este mundo. Paseé largo y tendido tiempo por las oscuras calles, viendo a vagabundos y borrachos, mujeres que maldecian mi paso por aquellas tierras y un montón de cosas sin imporrtancia alguna. Notaba como mis alas deseaban salir de su escondrijo, pero si lo hacía llamaría la atención de todo el mundo.

Noté un sonido muy fuerte procedente de un edificio, lleno de curiosidad entré. Parecía el lugar idoneo para divertirse y buscar información. Llegué a lo que parecía ser la barra para pedir abriendome paso entre la gente, estaba muy oscuro así que no se percataron de mi gabardina negra y mi sombrero. Pedí lo mismo que mi compañero de al lado, un Martini, no sabía como lo iba a pagar, pero ya vendría la solución o yo mismo la haría.

Me fijé en la mirada que el camarero me dirigió, sabía perfectamente lo que decía esa mirada: "¿Estás seguro de que tienes edad para beber, chico?" Más de una vez me lo habían preguntado, pero aquel hombre no parecía estar por la labor, más bien le bastaba con que le pagase la bebida.

Un individuo entró en el bar y se situó justo a mi lado para luego pedir lo mismo que yo. Le miré de reojo, preguntándome qué clase de persona vestiría de una manera tan misteriosa, como si intentase camuflarse. Quizá fuese un asesino a suelo... o tal vez algo mucho peor.

Por fin llegó mi Martini, al cual le di un pequeño sorbo. El líquido me recorrió la garganta, mezclando aquel ligero ardor que poseía con la frialdad de la bebida en sí. Estaba sencillamente delicioso.

Observé con detalle cada rincón de aquel antro, en el infierno no teniamos cosas de ese estilo, ni mucho menos. Aquella vida era un aburrimiento que no me convenía por ahora, cuando tubiese ya muy visto aquel mundo volvería al Infierno y sembraría el caos y todo ese rollo, pero aún faltaba bastante para eso. Observé que el camarero miraba fijamente al chico que tenía al lado, su imagen era la de un humano corriente, pero notaba algo que me hacía extrañar.

-Ya sé que parezco una cosa rara, pero soy nuevo en este sitio y no me gusta destacar-dije respondiendo a la mirada que me había echado antes el chico.

Cogí el vaso que tenía delante y sin pensarlo le dí un pequeño trago, un pequeño ardor bajó con el líquido, no estaba mal, pero había probado bebidas mas fuertes.

-Me llamo Ross, Daniel Ross, pero llámame Ross

El tipo me dijo que ya sabía que parecía una cosa rara, cosa que consiguió arrancarme una sonrisa lateral. Si él supiese lo que yo era entendería que yo me sentía como una "cosa rara" continuamente. Al menos tenía el pequeño consuelo de que podía fingir ser un humano, siempre y cuando no utilizase mis... otros brazos.

Después, el desconocido se presentó diciéndome un nombre que me pareció de lo más normal. Estaba claro que parecía querer entablar conversación, por lo que yo, tan aburrido como estaba, no iba a negársela.

- Yo soy Dante Alessandro Alighieri - respondí, presentándome también - Aunque me llaman simplemente Dante.

Si algo me gustaba de mí, era el nombre que me habían dado. Mis ojos eran de lo más extraños, aunque por suerte era capaz de camuflarlo bajo aquellas incómodas lentillas azules a las que me había ido acostumbrando.

Parecía que le había echo gracia mi condición de cosa rara, por lo que al ver su sonrisa yo también me reí un poco con él. Seguía notando esa diferencia de raza y de poder, ya que él manaba mas poder que todos los humanos juntos de este antro. Me giré un poco para darle la cara y verle mejor, era bastante joven y tenía unos llamativos ojos azules y unos pircings en su labio inferior.

Mientras él también se presentaba empecé a dar sorbos al vaso, hasta que enseguida me lo acabé. Como me había gustado la bebida le pedí otra al camarero, el cual me echó una mirada de rareza y yo le respondí con otra mirada.

-Curioso, Dante es un nombre muy elegante.¿Has leido la Divina Comedia?El autor tiene tu mismo nombre y lo mas extraño es que es nombre de demonio-dije mientras volvía a mirarle.

Aunque fuese un demonio del placer, me gustaba leer.

Me sentí tentado a utilizar uno de mis vectores para robar unas cuantas botellas de Martini. Sería gracioso ver la cara del encargado mientras las botellas volaban controladas por una fuerza invisible. Pero ni yo era un ladrón ni carecía de dinero para pagar, así que me contuve y me centré en la charla con Ross.

Di otro sorbo al Martini, saboreándolo un rato antes de tragármelo. No es que yo le diese mucho a la bebida, pero nunca estaba de más tomar alguna que otra copa para olvidar lo rara y dura que era la vida.

- Sí, la he leído - contesté al escuchar su comentario - Supongo que mi padre eligió mi nombre a propósito, seguramente por el libro - añadí después - O tal vez es que me vio con cara de demonio cuando nací.

No era un demonio en el sentido estricto de la palabra, pero sí era más letal que cualquiera de los humanos normales con los que pudiese cruzarme.

La bebida volvió a pasar por mi boca, garganta y estómago, dejando a su paso un inconfundible ardor que me gustaba a la vez de su frescor natural, dando un gusto extraño. No sabía como iba a pagar aquello, ya que seguramente eso valdría dinero y aún no había conseguido trabajo, ni dinero. Pero hasta el momento en que tubiese que pagar pediría mas, mientras ideaba un plan para conseguir dinero o escabullirme.

-Buen libro-dije mientras tomaba un sorbo del cuarto vaso de Martini-No tienes cara de demonio,-comenté con una sonrisa-pero tampoco de humano normal y corriente-le miré a la cara para ver su reacción mientras bebía del vaso.

La gente seguía a su ritmo, sin percatarse de que yo estaba cerca y que tenía a otro ser especial a mi lado.

-Yo sí que tengo cara de demonio y lo mejor de todo es que lo soy-dije sinceramente, me daba igual lo que pensase de mí y si me hacía algo, el antro y él no acabarian muy bien.

El Martini me había durado menos de lo que esperaba. No me quedó otra que pedir otro para matar el gusanillo, tampoco pensaba beberme dos botellas, pero con uno solo me quedaba en ascuas. El camarero refunfuñó algo por lo bajo, como si aquel día le estuviesen dando más trabajo de lo normal, pero me sirvió la copa que había pedido.

- Así que no tengo cara de humano normal... - empecé a decir - Ya me decía mi agente que soy demasiado guapo para ser de este mundo - bromeé.

Su confesión me sorprendió un poco. Un demonio, un verdadero demonio y lo decía tan a la ligera, como si nada y con pinta de enorgullecerse de ello. Por poco me atraganto con la bebida, pasando a toser durante unos segundos hasta que conseguí finalizar aquel ataque de tos.

- ¿Sueles decirle a todo el mundo que eres un demonio? - le pregunté con curiosidad - Seguro que habrá alguien que se asuste.

Toda la gente a nuestro alrededor no se daba cuenta del peligro que corrian al estar cerca de nosotros. Parecía que Dante no iba a confesar lo que era, se lo tomaba a broma, como si no fuese de gran importancia. Lo miré de reojo buscando algo que me ayudase, aparte de mi intuición demoniaca, a descubrir de que raza era. Pero se había camuflado bien, solo notaba un aura de poder.

-Solo se lo digo a la gente interesante, por ejemplo si ahora mismo se lo dijese al camarero me tomaría con un borracho.-dije mientras bebía del vaso y con el dedo índice señalaba al camarero-Tú, me has creido, aun a sabiendas de que podría ser mentira-dejé el vaso en la mesa-Noté un aura de poder al sentarme a tu lado, por lo que almenos que seas un super humano, no eres de lo mas normal

Yo le parecía interesante... Eso me hacía pensar que verdaderamente había sido capaz de identificar algo extraño en mí y lo que era más sorprendente, que se había fiado de aquella posible deducción para confiarme que él era un demonio. Tenía razón, cualquier otro que le oyese decir aquello pensaría que era un borracho, un drogadicto o algo similar, pero yo no.

- A lo largo de la vida... uno ve cosas que le sorprenden y se acaba acostumbrando a ellas - dice con tranquilidad, mirando el fondo de mi copa - ¿Ves ese vaso de allí? - le pregunté, señalando un vaso vacío y sin dueño que estaba al fondo de la barra - Ahora va a romperse.

Sin cambiar la expresión de mi cara, alargué uno de mis vectores invisibles hasta que alcanzó el vaso y después apreté con aquella mano especial para hacerle añicos. El camarero, por su parte, miró sorprendido hacia allí, seguramente se preguntaba cómo diablos podía haberse roto el vaso. Yo me limité a recoger mi vector como si nada hubiese pasado.

Dejé ya por fin de beber, ya que en mi cuerpo mortal el alcohol afectaba a mis sentidos e iba notando ya un cosquilleo en la punta de mis dedos, aunque sabía que podría aguantar mas copas ya tenía mas que suficiente. Ahora dedicaba toda mi atención a Dante, no sabía que pensar acerca de lo que realmente era, pero me demostró que no era un humano corriente al romper el vaso.

-Sabía que no eras un humano normal-comenté mientras apoyaba mi codo en la mesa y en el la cabeza-Mis poderes no son tan discretos como los tuyos, así que si no queremos armar escándalo, será mejor que no los haga-dije mientras dibujaba una pequeña sonrisa-¿En qué trabajas?-pregunté con curiosidad, ya que con sus poderes no me lo imaginaba en un trabajo de humanos normales

Ahora se interesaba por mi trabajo. Verdaderamente, mi trabajo no era nada del otro mundo, era uno como otro cualquiera aunque ganaba un poquito más de sueldo que ejerciendo un trabajo más común. Lo mejor de todo era que no necesitaba estudiar o entrenarme para superar a la competencia, lo único que me hacía falta era mantenerme tal y como estaba.

- Es lógico que no muestres tus poderes de demonio en un sitio público - deduje - Trabajo como modelo - respondí con ello a su pregunta - Cuando mencioné a mi agente en la broma de hace un rato, me refería a un agente real - añadí, sonriendo.

Nikolas, mi agente, siempre me había dicho que veía en mí una belleza siniestra, como si dentro ocultase algún ser oscuro que se reflejaba en mi cara pero no en mi manera de actuar. Cuánta razón tenía y qué poco sabía.

No sabía mucho de trabajos. así que no me enteré de la mitad de las cosas que estaba diciendo, pero parecía que su trabajo era muy bueno y que con eso iba a ganar dinero, así que cuando acabó de hablar le pregunté:

-¿Podría trabajar contigo?Soy un novato en este mundo, lo único que sé es que es necesario el dinero para vivir. No sé de que trata ese trabajo, pero creo que podría hacerlo,pero si te molesto o cualquier otra cosa, solo dímelo y cambiaré de tema para no molestarte mas.

Aún no sabía si iba a conseguir ese trabajo, pero algo me decía que podía confiar en Dante. Era la primera vez en que tenía ese instinto, parecía que al final, no era un tipo normal.

Me preguntó si podía trabajar conmigo y ni siquiera sabía en qué consistía el trabajo. Sonreí, preguntándome si Nikolai estaría buscando gente aún. Seguramente sí lo hacía, conociéndole... ahora mismo debía de estar dando vueltas por ahí a la caza de una cara bonita que pudiese servirle.

- En mi trabajo solo tienes que probarte ropa, posar y dejar que te saquen fotos - le expliqué - Se lo preguntaré a mi agente - dije - Y en el caso de que no pudieses trabajar de modelo... - me quedé pensativo - Podrías ser mi gualdaespaldas. No es que me haga falta uno - eso era demasiado obvio - pero si dices que necesitas trabajo...

Una persona que tenía unos brazos invisibles con los que podría matar a cualquier otro humano sin que éste se diese cuenta no era claramente el tipo de persona que necesitaba que alguien más la protegiese.

Bueno, almenos parecía fácil, si solo tenía que posar, la verdad es que los humanos son muy simples con esas cosas. Lo único que no comprendía bien era lo de guardaspaldas, algo como él no necesitaría alguien que le protegiese, pero a saber con que otros seres tendría que lidiar.

-Muchas gracias Dante, debo de empezar una nueva vida en este mundo y lo mejor será empezar con algo fácil.-dije con una sonrisa-En mi mundo solo debias de matar, violar y muchas cosas que no son agradables para los oidos mortales-comenté con un suspiro.

Me quedé pensativo con lo que había dicho acerca de su mundo. Me parecía lógico que siendo demonios se dedicasen a eso, pero desde mi punto de vista "humano" me parecía algo tremendamente extremista. Sin embargo, yo no era quién para juzgarle teniendo en cuenta que los humanos tampoco eran trigo limpio.

- Aquí hay personas que se dedican a experimentar con la gente como yo - comenté - Nos atrapan, encierran, torturan e incluso matan sin que el mundo se dé cuenta de ello. Viéndolo así... no son tan distintos de los demonios.

Yo hubiese sido condenado a lo mismo si no llega a ser porque mi propio padre era una de aquellas personas tan odiosas. Por suerte, se las había apañado para liberarme y ocultar mi existencia para así evitar que fuese uno más en la lista de Diclonius.

No podía imaginar que también a los humanos les pasase las calamidades que ocurrían en el Infierno en su propio hogar, algo me apenó en mi interior por ellos. Nosotros solo torturábamos a los ángeles que atrapábamos, a los pecadores y a los que capturábamos en batallas, no a inocentes, almenos yo.

-Nosotros solo lo hacemos con los malvados y algunos ángeles que podemos atrapar-dije con una fingida sonrisa, no me gustó esa forma de vida y ya me ves, estoy aquí pidiendo trabajo y viviendo con vosotros.

- La verdad es que nunca había imaginado encontrarme a un demonio que intentase vivir como un humano - admití, dando un pequeño sorbo a mi copa - Por otra parte, no debes fiarte de todos los humanos. Los Diclonius nos vemos obligados a ocultar nuestro "verdadero ser" para evitar que nos apresen...

Por primera vez en la conversación había utilizado el término Diclonius para referirme a lo que yo era. Así llamaban los científicos a mi especie de humanos mutantes con brazos extras a los cuales utilizaban como conejillos de indias, poniéndonos a prueba para ver cuánto dolor eramos capaces de aguantar o el alcance de nuestra fuerza.

-Ya sé que soy una especie de bicho raro, pero me gusta ir a donde quiera, hacer lo que quiera sin que nadie me obligue.-dije mientras miraba a Dante-No te preocupes, como decía mi padre :`` Nuca te fies, ni siquiera de tu padre´´-comenté con una sonrisa-Y por eso ahora estoy aquí, pero no deberías de ocultarlo, eres tal y como eres, pero si te matan por mostrarlo eso cambia las cosas.

Parecía que el mundo de los demonios y el de los humanos no eran tan diferentes.

Me hizo gracia la frase que había mencionado. Tenía razón, ni siquiera podía fiarme de mi propio padre, quien era uno de esos hombres que torturaba a la gente como yo. Es posible que por culpa de el contacto directo con Diclonius, mi padre se hubiese infectado y yo hubiese nacido así.

- A los Diclonius nos consideran como una amenaza - expliqué - Tal vez piensen que no somos más que un experimento genético que no salió bien, por ello no tienen escrúpulos a la hora de experimentar con nosotros. Si yo ahora me quitase las lentillas y dejase al descubierto mis ojos rojos, alguien me identificaría enseguida y tardarían poco en venir a por mí.