Con ropa de la que solía usar la gente normal, se deslizaba con lo que llamaría "poca soltura" por las enrevesadas callejuelas. Era fácil perderse, si uno no prestaba atención.... aunque si la prestaba era el mismo resultado. Aquel era un día de mercado, y todo estaba abarrotado.
La joven apenas podía ver por dónde andaba, e iba dando pequeños traspiés. Con una mirada un tanto cargada de rabia y los puños apretados se sentía empujada. Para una joven solitaria como ella, aquello era un suplicio.
Vio con fervor como la calle se ensanchaba y se dirigió presta hacia allí. Era una plaza, que por suerte, no estaba tan llena como el resto de la ciudad. Con un suspiro se dejó caer en un banco alejado.